Entendiendo la Depresión

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Una profunda sensación de tristeza, un vacío existencial o la frase “nada tiene sentido”: son algunas de las características muy comunes en la Depresión. Muchas veces los familiares de una persona con este problema no saben como actuar, o esas mismas personas están desconcertadas ante lo que les está sucediendo. En este artículo vamos a hablar sobre este problema que afecta a un gran porcentaje de la población de los países occidentales, con la esperanza de que ayude a la comprensión de las personas afectadas.

 

La Depresión y el estado de ánimo

Para comprender bien la Depresión primero hay que aprender a diferenciar entre Depresión y bajo estado de ánimo. Vamos a ello:

El bajo estado de ánimo está acotado en el tiempo, puede tratarse de “un mal día”, o de un bache de nuestra vida que nos está costando un poco de superar. Las sensaciones son de tristeza o desesperanza, pero nos permiten continuar con las actividades de nuestra vida cotidiana aunque nos cueste más realizarlas. Estamos más pesimistas de lo habitual y es posible que nos enfademos sin verdaderos motivos con la gente que nos rodea.

La Depresión, por su parte, se trata de una bajada del estado de ánimo que cumple dos características: es persistente (dura mucho tiempo) y es muy intenso (la sensación de tristeza es muy grande). Suele desencadenarse a partir de la pérdida de algo muy importante para nosotros. Todas las personas, en algún momento de sus vidas, pasan por estados de ánimo bajos, y entre todos estos episodios, es posible que algunos se cronifiquen, dando paso a lo que los psicólogos denominan Depresión.

 

Pero ¿Qué es la Depresión?

Es prácticamente imposible definir esta problemática de forma precisa ya que cada persona la vive de una manera completamente diferente a las demás. Pero sí que podemos resaltar algunos rasgos habituales y compartidos por un amplio porcentaje de personas y que son determinantes a la hora de iniciar una terapia.

Una de las principales características de la Depresión es que, debido a la poca motivación por las actividades habituales, o que nos producían placer, dejamos de hacerlas. Así, es muy común ver a personas en las consultas de Psicología que han dejado de ir con sus amigos, han dejado de comer, han dejado de ducharse o cambiarse de ropa o no quieren levantarse de la cama. Esto suele suceder porque el placer que anteriormente experimentábamos al realizar dichas actividades ha desaparecido, o se ha reducido hasta el punto en que creemos que no merece la pena invertir el esfuerzo que requieren para una recompensa tan pequeña.

Otra de las características casi omnipresentes en la Depresión es el incremento de los Pensamientos Negativos. Estos pensamientos suelen aparecer con una frecuencia excesiva, que agota al que los está teniendo. Esto se debe a que son automáticos, lo que significa que cuesta mucho controlar su aparición. A pesar de su contenido altamente pesimista, habitualmente son creídos por la persona con Depresión, con lo que se perpetúa o empeora más todavía el problema.

En definitiva, tenemos dos aspectos cuya identificación va a ser decisiva para aquellas personas que quieran superar este problema. Por un lado las actividades que hemos dejado de hacer, y por otro, los pensamientos negativos que aparecen continuamente y que cuestan mucho de ignorar. Estos dos procesos interactúan entre sí, afectando conjuntamente a nuestra profunda emoción de tristeza. Como consecuencia, la tristeza acentúa todavía más el pesimismo de los pensamientos y hace que perdamos todavía más motivación para realizar actividades. Y esto, de nuevo, nos lleva a profundizar nuestra tristeza, afetándose así un aspecto al otro contínuamente. Se trata de una espiral hacia abajo, en la que emociones, pensamientos y cese de actividades, van provocando en nosotros la sensación de que la vida no tiene ningún sentido.

 

Cómo enfrentarnos a la Depresión

Para darle la vuelta a esta espiral, hay que cortar su continuidad en algunos puntos. Dos de las técnicas imprescindibles, entre otras muchas que se utilizan en terapia psicológica, son:

 

Activación Conductual: Mediante la cual retomamos la realización de actividades cotidianas, poco a poco, negociando y programando estas actividades.

Terapia Cognitiva: Mediante la cual trabajamos los Pensamientos Negativos y tratamos de reducir su frecuencia e intensidad.

 

Además de estas dos técnicas, los psicólogos cada vez utilizan más técnicas basadas en Mindfulness. Con esta técnica aprendemos a observar los pensamientos desde fuera, sin involucrarnos con ellos, siguiendo el mismo esquema con las emociones de tristeza, cansancio o desesperanza. Su uso se ha estudiado, con resultados positivos, cuando la terapia ya ha finalizado y para prevenir futuras recaídas.

Un esquema habitual es que la Depresión sea consecuencia de otros problemas (de ansiedad, de pareja, familiares, laborales, etc.), por lo que la terapia se realizará, siempre, adaptándose a las necesidades concretas de la persona. No existe un manual para tratar la Depresión, o más (bueno, en realidad existen miles de manuales, pero no existe una terapia estipulada y 100% efectiva en todos los casos).

En cualquier caso, es importante recalcar que las consecuencias de la Depresión pueden hacer mucho daño a una persona, por lo que, si notamos que nuestro estado de ánimo no mejora a pesar de todos nuestros esfuerzos, y que llevamos ya mucho tiempo con este problema, lo más recomendable es acudir a un profesional de la Psicología que nos guíe en este camino.

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